Carta de l'Adriana

Me llamo Adriana y soy hija de Joana.

Mi madre acaba de superar un cáncer de mama.

Mi relación con mi madre antes de que ella pasara por esta enfermedad, no era nuy buena, ya que yo tampoco era madura, o al menos no me planteaba la vida como era.
Cuando ella fue capaz de explicarme su verdadera enfermedad...entenció que no era simplemente un tumor maligno, que se operaba y ya estaba, si no que era una paciente diagnosticada por profesionales, el cual indicaba "cáncer de mama", y esto suponía un gran procediemiento y tratamiento.


En estos momentos sentía mucha rabia, y pensaba que como le podía suceder esto a mi madre, lloraba por las noches a escondidaas de la impotencia que sentía al no poder hacer nada, me sentía muy mal, creía que lo sabía todo y que era consciente de ello, pero realmente ahora me doy cuenta que no sabia NADA.

Cuando la operaron intenté apoyarla como la mayoría de la gente todo lo que pude y ayudarle en todo. Lo más complicado sucedió después, tras la operación vino la quimioterapia.

Lo superó bastante bien pero no podía cuidar de mi hermano, hacer las tareas de la casa, hacer las comidas,etc..ahí estaba yo, dolida por todo lo que sucedía pero tirando para adelante con ella y su valentía y todo esto con la ayuda de mi abuela, claro.

Ahí maduré de golpe, que remedio. Ahí estaba yo, con mis problemas, mis preocupaciones, callada sin decir nada, ni mis pensamientos, ni lo que sentía, ni nada, soy así, como mi madre todo nos lo guardamos,...con mi grado de madurez, estudiando, sacando mis estudios, al menos para poder darle una alegría a mi madre, trabajando, haciendo las tareas de casa y mi apoyo.

Cuando acabó la quimio, mi madre creo que era capaz de ver mi esfuerzo y yo estaba orgullosa de mi misma al haber dado todo por mi madre, que todo estuviera saliendo bien, y que mi madre se estuviera recuperando.

Ahí empezaba a sentirme bien, y no rabiosa como al principio.

Cuando empezó la radioteapia, todo era diferente, ella salía mucho más, podía hacer más cosas, y yo en mis días libres, la acompañaba a la sesión y aunque seguía ayudándola en lo que he mencionado antes, de una forma u otra así también la ayudaba, y a mi misma también, me sentía mejor.

Cuando pasó la radioterapia , me alegré muchísimo.

Pensaba que había podido, lo había superado, y aunque yo al principio no la entendiera, ahora la entiendo perfectamente, porqué ella no era un bicho raro..
A medida que todo va pasando me doy cuenta de que lo que hemos vivido no era una pesadilla de la cuál no despertáramos nunca, si no que era una auténtica y pura realidad.

Por último creo que a mi me ha servido todo esto para madurar, para entender la vida, para valorar a mi madre, y sobretodo porqué hemos cogido mucha confianza, aparte de madre e hija se podría decir que también somos amigas.

Ahora me siento bien, feliz de ver a mi madre bien, recuperada y cada día me doy más cuenta de lo mucho que la quiero.

Adriana Martínez Vallecillo